miércoles, 19 de junio de 2013

Rosas con espinas

 Ahora que estoy otra vez en el bendito paro, he decidido entre otras, cosas dedicarme plenamente a mis pasiones. Escribir es una de ellas, e implicarme en realidades sociales desconocidas es otra. Hace unos meses que mi compañera de ruta del voluntariado de personas sin hogar y yo, decidimos ir a conocer todos los recursos que existen en Madrid ciudad para albergar y amparar a las personas que se encuentran en esta situación. En las próximas semanas, voy a hablar de algunos  de ellos y de las impresiones que me causaron.
El centro de acogida municipal “Las Rosas”
Fue el primero que visitamos, pues conocemos a una mujer en situación de calle desde hace muchos años, que va allí a dormir, si es que se puede dormir en un lugar así… 
El albergue de La Rosas es un centro de acogida de los llamados de “baja exigencia”. Según la definición del Ayuntamiento de Madrid esto quiere decir que: “proporcionan prestaciones básicas (alojamiento, manutención, aseo...) a quienes presentan un mayor grado de deterioro personal y social”. Según los voluntarios que lo visitamos quiere decir: Lugar al que envían a los más desahuciados entre todos los desahuciados, aquellos con los que el CAD no puede lidiar, aquellos a los que el SAMUR SOCIAL no tiene ni tiempo de acercar al albergue cuando están borrachos tirados en la acera. Los horarios y las normas son más flexibles para los usuarios que se “benefician” de este recurso. Menos exigentes en definitiva para aquellos a quienes la sociedad no sabe dar una solución a su proceso de exclusión.
De lo primero que me di cuenta cuando entramos, es que Las Rosas es un nombre demasiado bonito para un lugar tan lúgubre y trágico como ese. Las instalaciones están viejas por descuidadas, las paredes deslucidas,  el suelo machacado y la iluminación invita al sopor. Es un sitio pequeño, con baños que deben ser reformados y habitaciones que son literalmente un almacén de butacas viejas. No hay camas, sólo estos asientos que parecen sacados de un vertedero, más o menos cinco por sala, y nada más, aparte de la consigna y una sala dónde se sirve la comida  oscura, como la vida de las personas que intenta albergar.
 Varias personas en un estado visiblemente deteriorado esperando el turno de la comida del mediodía, dormidos sobre la mesa o con la mirada perdida, formaban parte del resto de la escena cuando entramos. Casi inmóviles, como si no esperaran ya nada de la vida más que lo que está les quiera regalar, como un puñado de butacas viejas esta vez cortesía del Ayuntamiento. "Gracias". Sí porque encima tenemos que dar las gracias porque exista un recurso municipal que albergue a estos “vagos alcohólicos”. 
No sé...¿sabéis cual fue exactamente mi sensación al ver aquel panorama? Porque tengo una definición muy gráfica del asunto: Que esas personas estaban siendo tratadas  como ese par de botas  viejas y gastadas  que ya hace tiempo que no te pones, y que cada invierno arrinconas para no verlas al fondo de tu zapatero ignorándolas por completo hasta que un día te acuerdas y las tiras. Pues eso.
Me pregunto si a la señora Ana Botella le gustaría que su madre o su padre durmieran en un lugar así. Llamo para informarme si en el tiempo que lleva como alcaldesa de Madrid ha visitado este lugar subvencionado por su Ayuntamiento, como si lo hizo con el Albergue de San Isidro y me confirman que no. Porque, y esto lo añado yo, no hay en La Rosas ni un solo rincón en el que hacerse una foto oficial lo suficientemente bonita como para presumir de su visita delante de los medios.
Lo único que dignificaba el lugar eran, además de las personas que viven y son cogidas allí, sus trabajadores, los cuales no dudaron en mostrarnos las instalaciones y charlar de las carencias y problemas del centro. Ellos también han acusado la crisis, no hay dinero para contratar a más personal, la calidad y cantidad de las comidas ha ido decayendo en el último año y la falta una buena reforma en el baño y las habitaciones era evidente. 
La sensación después de salir de allí era extraña. ¿Debía estar contenta?¡Que bien que existan recursos para la gente sin hogar !o…no. No así. El centro de Acogida Municipal de Las Rosas, es un lugar para indigentes, no para PERSONAS. Y más que un lugar para albergarlas es un lugar de castigo que les recuerda continuamente su condición y sus circunstancias.
Así que no pienso caer en la autocomplacencia que observo en tanta gente ni en el conformista agradecimiento a las administraciones que nos proveen de recursos sociales indispensables y propios de una sociedad desarrollada.
No quiero que mi dinero sea para pagar malos sueldos a grandes profesionales, escasa comida a gente que no la puede tener, y estropeadas butacas para dormir. Que haya recursos sociales no quiere decir que éstos no puedan mejorar y nuestro deber es exigir más, exigir lo mejor y denunciar aquello que está muy lejos de serlo.


Sobre mi voluntariado con personas sin hogar he escrito más AQUÍ 

* Todos los artículos de este blog, recogen mis experiencias personales y mi manera de interpretar aquello que vivo, la cual no tiene porque coincidir con la del resto de personas que me lean. No pretendo ofender a nadie, esto es sólo el reflejo, de una forma de sentir.

2 comentarios:

  1. Qué triste...cada día estamos más deshumanizados y más perdidos...

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  2. Gracias por denunciar esta situación tan lamentable.

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